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Mostrando entradas de 2016

HOMBRECITOS (LITTLE MEN)

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    No disimules. No contengas más tu tripa marrullera, hombrecito. El siglo XXI va salido y te está dando permiso para que salgas de la caverna, escondas los huevillos, saques pecho y puedas gritar bien fuerte: “Soy un machista, ¿qué pasa?” Se acabaron las apariencias para ti, ya no es políticamente incorrecto ser un cerdo misógino. Ahora es lo que se lleva, es lo más. Te da puntos en la estulticia mundana de la bajeza internacional.     Vamos, dámelo todo, escupe tu satisfacción por follártelas a todas, de dos en dos, de tres en tres, que para eso estamos. Chupa, chupa, perra, y toma, toma, toma, guarra, deja de gritar, cojones, que sé que te gusta que te la meta hasta el fondo aunque digas que no, ¿eh? ¿No has tenido bastante, puta? Tranquila, que estos amigos míos te van a dar lo tuyo luego. ¡Eh, tío, que se está despertando, te dije que le dieras más burundanga, joder! ¿Pero lo estás grabando o no? ¡Lo vamos a petar en el whatsap!     Desde que El Rubio,

PEROGRULLO Y PREJUICIO

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Los prejuicios son unos virus que tienen la impertinencia de correr como la pólvora. Se crían en el lado oscuro y como no matan ni engordan, así de primeras, parecen inofensivos, se cuelan por cualquier rendija y se propagan rapidísimo. Su objetivo es nublarte el juicio y hacerte quedar como un zoquete desvergonzado a la más mínima ocasión. Porque los muy jodíos se atreven con todo y con todos, no importa quién esté delante. Además, no los ves venir, son sibilinos y saben cómo entrarte. Si te pillan con la guardia baja en un día tonto, has pringado. Luego se quedan ahí, agazapaditos, como si no hubieran roto un alma en su vida, obstruyéndote el criterio, y tú sin enterarte. O haciéndote el longui. Hasta que un buen día, decides hacer limpieza interior y los pillas in fraganti , pegándose el lote con tu espíritu, metiendo mano de mala manera a tu mente, acosándola. ¡Y no te queda otra que ponerte expeditiva y acabar con ellos cuanto antes! ¡Sin piedad, ni contemplaciones! ¡A

ALMA WÁTER. YO ME CAGO EN LA PRÓXIMA, ¿Y USTED?

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    ¿Cómo se puede ser honesto en un mundo deshonesto?, p regunta al cura el personaje que interpreta el estupendo Guillermo Francella –sí, el mismo que nos hizo creer que era un hombre chiquitito en Corazón de León - en la curiosa y original serie argentina El hombre de tu vida , creada por Juan José Campanella. ¡Esa es la pregunta, en efecto! ¿Por qué insisten en educar a las inocentes criaturas en la frustrante senda de la bondad si no les va a quedar otra que pillar, antes o después, la autopista de la maldad, que encima es de mefistofélico peaje? Se quedan con tu pasta, tu alma y tu dignidad de una tacada y, si insistes en lo de seguir siendo buena gente, a lo tuyo, sin meterte con nadie, te pegan un hostión de muy padre y señor mío y te ponen en su sitio de golpe.      ¡Si serán cabrones! ¿Por qué no nos lo decís a la cara y a las claras? ¿A qué viene todo ese postureo de mierda? ¡Que son muchos siglos ya de chapuza y el inconsciente colectivo nos está pasando una fa

FICCIÓN ONÍRICA INSPIRADA POR MIGUEL DE CERVANTES, ESCRITA A LA MANERA DEL SIGLO DE ORO

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De cómo el mismo Cervantes se me apareció en sueños y dictóme sus reflexiones y         vivencias para que las diera a conocer a través de un escrito.     Andaba yo tan dispuesta a adentrarme en el fascinante universo cervantino y tan regocijada me hallaba ante la propuesta que tan amablemente me hiciera mi estimado colega David Felipe Herranz de componer algún escrito que con el genio de Alcalá de Henares tuviera que ver, que me faltó tiempo para sumergirme de nuevo en las suculentas páginas del excelso Don Quijote, para mejor inspirarme. Hasta tal punto dediqué mi concentración a su lectura que nada ni nadie a mi alrededor podían privarme de ella. Y así fue como una noche, al quedarme yo dormida, tras empaparme bien de las aventuras y desventuras del caballero de la triste figura y su fiel escudero, me vi de repente en uno de los bellos parajes del monte alcarreño, por donde suelo encaminar mis paseos matutinos. A poco, me crucé con un hombre que bajo una hermosa encina se hal